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Cómo moderar una mesa redonda

Eres experto/a en lo tuyo. Te quieren y desean. Y te piden que moderes una mesa redonda en un congreso o evento. Como sabes de lo tuyo… Y tú te preguntas: ¿Cómo he acabado aquí? ¿Y cómo se modera un debate? Y es entonces cuando empiezas a ver los programas de televisión con otros ojos. Y es entonces cuando, quizá por casualidad, hayas caído en este artículo. Así que, manos a la obra: voy a ayudarte a que lo hagas genial. Sí, tal cual: GENIAL. Vamos allá.

Claves para moderar bien una mesa de debate

Infórmate sobre el evento

Cuándo se celebra, dónde, quiénes asistirán, quién lo organiza y con qué propósito… Todas estas preguntas te ayudarán a hacerte una buena composición de lugar y conocer el marco en el que se celebrará la jornada. Pide expresamente que te concreten cuál es el objetivo de esa mesa redonda y qué se quiere alcanzar con ella.

Documéntate sobre quiénes participan en él

Descubre todos los detalles de las personas que formarán parte de la mesa redonda. ¿Quiénes son? ¿Cuál es su postura acerca del tema que se va a abordar? 

Contacta con ellos/as y ofréceles la información que precisan

Siempre es bueno que, previamente, entres en contacto con los participantes para romper el hielo y resolver dudas: así lograrás que, a la hora de la verdad, sea mucho más sencillo conversar «en directo». Aprovecha además la ocasión para contarles en qué va a consistir la mesa redonda y cuál es el objetivo, así como todos los detalles que te ayudarán a ti a gestionar mejor la charla y a ellos a saber qué se espera de su participación y, de este modo, poder preparar mejor sus intervenciones. Si no te es posible hacerlo en los días previos, procura saludarles antes del evento y cruzar algunas palabras. Todos nos sentimos más cómodos una vez que ya hemos intercambiado las primeras frases y, desde luego, romper el hielo y entablar cierta relación es muy, muy útil si lo que vamos a hacer es mantener una conversación delante de un público. 

Confirma cómo quieres que les presentes

Puede parecer una tontería, pero no lo es. Por Internet circulan mil y un cargos y currículums falsos o inexactos. El mundo avanza tan vertiginosamente, que esa persona ha podido tener cambios en sus responsabilidades. Además, hay quien tiene un histórico increíble, pero desea ser presentado/a de una forma más sencilla… o todo lo contrario: hay quien no tiene un gran pasado, pero sí un gran título con el que aparentar todo y más. Confirmar cómo desean ser presentados te ayudará a evitar errores y contar con la seguridad de disponer de la descripción adecuada.

Insiste en el tiempo y en la brevedad

Antes de comenzar la mesa redonda, asegúrate de que todos conocen su duración y la necesidad de ser breves. Incluso, con humor, «amenázales» con que tendrás que cortarles si no se ciñen a lo marcado. Casi todos tendemos a alargarnos y, curiosamente, los que más peligro tienen son aquellos que dicen «no sé qué voy a decir» ¡Desconfía! 😉

Documéntate bien sobre el tema que se abordará

En principio, te resultará sencillo porque eres experto en la materia, pero hazlo. Da un repaso a las últimas novedades, consulta en Internet foros donde se expresan dudas, tómale el pulso a lo que la gente quiere saber.

Piensa en el público

¿Quién son las personas que han acudido a ese evento? ¿Qué buscan en él? ¿Qué conocimiento tienen de la materia? Pensar en quién va a recibir el mensaje y ponerse en sus zapatos, te ayudará a saber cómo dirigir la mesa redonda. 

Establece un objetivo

¿A dónde quieres llegar? ¿Qué pretendes conseguir? ¿El objetivo es informar a la audiencia de cuáles son las últimas novedades en redes sociales, por ejemplo? ¿O que un fan furibundo de Instagram despotrique contra TikTok? Tener muy claro el destino marcado te ayudará a conducir el acto.

Para descubrir cuál es tu meta, te dejo un truco. Completa esta frase: “No quiero que se vayan de aquí sin…”. Hacerlo te ayudará a definir con claridad qué es lo importante. No quiero que se vaya de aquí sin haber contado cómo comenzó a fotografiar famosos. O no quiero que se vaya de aquí sin que me diga cómo quieren que le recuerden. Lo que sea. Pero tenlo claro.

Crea una estructura flexible

Define los ejes que quieres abordar, un guion en forma de esqueleto, una armadura versátil sobre la que irás armando el resto del cuerpo. No son elementos fijos e inamovibles que no puedes alterar. Al contrario: son puntos relevantes que deseas que estén presentes en el debate, pero que no tienen por qué tener un orden estricto e imperturbable. Deja que el debate esté vivo, pero no olvides su razón de ser y aquellas cuestiones que deben salir sí o sí. 

Crea tu guion

Hazte un guion claro y sencillo, breve y con un tipo de letra muy grande (fuente 14 o 16) para que puedas verlo casi sin mirarlo. Ponle fosforitos, subrayados, dibujos… Todo aquello que tú necesites para ver de un plumazo dónde estás y a dónde vas. Durante la charla, deshazte de aquellas partes del guion que ya han tenido lugar. Solo pueden molestarte y confundirte. Y déjate siempre una cuartilla a la vista con los nombres y cargos de los participantes. Mi consejo es que este guion sea en formato de medio folio en horizontal. Es manejable y resulta más sencillo encontrar en él la información. 

Ubícate en el centro o en un extremo

Es curioso como las mesas redondas muy frecuentemente ni son mesas, ni son redondas. Lo más habitual es encontrar dispuestos los espacios en hilera o en un ligero semicírculo con sillones o butacas sobre el escenario. En esos casos, es recomendable que te ubiques en el centro de la “mesa” o, si no, en un extremo o incluso apartado, de manera que los ponentes se encuentren todos juntos y el moderador aparte en un taburete, atril, etc. Colocar al moderador en el atril, a mí, personalmente no me gusta, ya que creo que le quita dinamismo a una mesa redonda, pero puede tocarte. 

No des la espalda

Otro consejo: como en la tele, nunca le des la espalda ni a los invitados en la mesa redonda, ni al público. Si te toca estar escorado para dirigirte a, por ejemplo, el participante más lejano si están en una hilera de sillones, procura colocar la posición de tu cuerpo de la manera más frontal hacia el público y tan solo gira la cabeza. Todo ello de la forma lo más natural posible, por supuesto: no es cuestión de dislocarse el cuello. 

Cuida el comienzo

Si te ayuda, redacta una pequeña introducción (no más de dos minutos) y luego prométeme que no la leerás… ¡Se nota tanto que lees! Simplemente escribe el párrafo y quédate con el concepto para transmitirlo a los demás. Tan solo utiliza ese texto como fórmula de inicio para ganar seguridad, coger fuerzas… y disfrutar.

Introduce a los participantes con brío

Presenta con agilidad a todos los participantes y procura variar el saludo o intercalar una pregunta de respuesta breve obligada.

Escucha, escucha y escucha

Una mesa redonda no es más que una conversación. Si escuchas con atención, verás que es un ser vivo y qué tú puedes ayudarle a llegar a un buen puerto. Serán los propios participantes con sus palabras quienes te estén dando pistas para elegir la dirección correcta.

No olvides que eres tú quien diriges

Ten siempre en mente que tu objetivo es mantener vivo el debate y avanzar de un tema a otro. Insisto: eres tú quien llevas las riendas.

Enlaza los temas, sin enrollarte

Procura hilvanar una idea con otra: retoma un aspecto tratado por el último participante para introducir el siguiente tema. Todo con rapidez y agilidad y nada de rollos. De forma directa. Moderar bien no significa hablar mucho, sino crear el ambiente perfecto para que sean los demás quienes compartan lo que saben. 

Reparte tiempos

Durante la mesa redonda, procura equilibrar los tiempos de participación de modo que todos intervengan, más o menos, por igual. Puede resultar complicado, pero es importante que lo intentes. Para conseguirlo, deberás hacer preguntas más concretas, incluso dirigidas a su nombre, a aquellos miembros de la mesa que sean más reservados. Así mismo, si te topas con alguien con afán de monopolizar la charla, no tengas miramientos. Con educación, firmeza y sonrisa, córtale. Puede resultarte brusco, pero si retomas su última idea o le agradeces su «interesante aportación» y, sin dejarle respirar, le pasas la palabra a otra persona, lo conseguirás. 

Juega con las preguntas abiertas y las cerradas

Varía el ritmo y pide, por ejemplo, que todas las personas participantes realicen una ronda respondiendo a una pregunta con una sola palabra (y asegúrate de que lo hacen ya que, seguro, tratarán de escaparse). 

Sé neutral: eres quien modera

Recuerda que, en esta ocasión, tu postura debe ser neutral: eres el moderador. Si quisieran tu opinión, te habrían llamado como participante. Así que, ¡trata de que no se te vea el plumero! O, al menos, procura no dar tu opinión. 

¿Faltas de respeto? Cero 

¡Córtale el cuello al que se pase! En un acto público no se debe jamás permitir faltas de respeto, insultos o comentarios que dañen los derechos de los demás. Si alguien lo hace, sé tajante y marca los límites. 

Por otra parte, en mi opinión, que se pisen la palabra de vez en cuando está bien (hay quien te dirá que no, pero a mí me gusta que haya vida). Con ello se nota que hay diversidad de opiniones y maneras diferentes de abordar un mismo asunto: jaleo. ¡Y eso es bueno! A eso veníamos, ¿no? Para escuchar una única visión, leemos un libro o escuchamos una ponencia, pero si estamos en una mesa de debate, queremos ver posturas enfrentadas. Pero de ahí a que no entendamos lo que se dice porque gritan como cosacos, hay un gran trecho. Por ello, salvo que lo que estés buscando sea un Sálvame Deluxe, no permitas que hablen varias personas a la vez más de tres segundos y dale la palabra a quién la tenía en ese momento. 

Agradece

Al finalizar la charla, agradece la presencia a todos los participantes y asistentes y, si está previsto, abre el turno de preguntas. Por si acaso el auditorio es muy tímido, ten en la recámara alguna pregunta que rompa el hielo y dinamice el momento. O algún cómplice en el público dispuesto a preguntar 🙂 

Cierra bien

Ten preparado un buen cierre o, aún mejor, rescátalo de la propia charla. Si te quedas con una expresión, idea o frase que haya tenido protagonismo durante la sesión, utilízala como cierre de la conferencia.

Respeta el tiempo

Sé puntual al empezar… y al terminar. Ajustarte a los tiempos estipulados es una muestra de respeto máximo para todos. Así que mira el reloj de vez en cuando con el fin de asegurarte de que llegas a tiempo para abordar todos los temas que tienes pendientes.

En resumen

Un buen moderador o moderadora es quien logra que la conversación fluya, avance y toque los temas que de verdad interesan. También lo es quien consigue que todos se sientan cómodos y con libertad para opinar.

Claves para moderar una mesa redonda

 

Un moderador debe tener siempre el control de quién habla o deja de hablar, pero sin que se note y debe ser el primero que perciba cuándo el tema flaquea o comienza a ser aburrido o repetitivo para intervenir y meterle un revulsivo.

Pero, ante todo, y como siempre, la clave para ser un gran moderador o moderadora es disfrutar de la experiencia, involucrarte con los participantes y asistentes y vivir el momento olvidándote de todo lo demás. Diviértete. Pásalo bien. Echa el resto para guardar un buen recuerdo.

¡Y esto es todo! Espero que te sirvan todos estos consejos para salir airoso/a.  ¡Abrazo y suerte!

Por cierto, me encantará saber cómo te ha ido y de qué modo te ha sido útil (o no) este artículo. ¡Escríbeme si lo deseas!