¿Eres consciente de lo qué NO debes hacer al hablar en público?
Conocer las líneas rojas es casi tan importante como saber qué debes hacer cuando te toca realizar una presentación ante los demás.
Por ello, en esta ocasión, me paso al lado negativo, y te describo lo que NUNCA, JAMÁS DE LOS JAMASES, debes hacer cuando te diriges a los demás en público. ¡Allá que nos vamos!
1. Nunca pidas perdón antes de empezar
Espero no aburriros, con el buen día que hace fuera y vosotros aquí teniendo que aguantar mi chapa, en vez de estar en la playa con un mojito en la mano… Estas y otras frases nacidas del más puro pesimismo y, en ocasiones, de una falsa modestia, echan para atrás. Sí. Echan para atrás. No captan la atención y lo que sí que hacen es predisponer a la audiencia que, irremediablemente, se ve engullida por la butaca y comienza a temerse lo peor. Así que, nada de frases exculpatorias. Arranca con fuerza. No pidas perdón por ser aburrido o aburrida y, en cambio, vuelca tus fuerzas en prepararte bien tu presentación pensando en ser útil para quienes te escuchan. En definitiva: no te escudes en excusas baratas y esfuérzate en hacerlo bien.
2. ¡Jamás digas que vas a ser breve!
En primer lugar, debes saber que vas a defraudar. Con promesas como esas, alimentas una expectativa que en algunos casos es tan grande que tan solo una palabra de más la echa a perder. Y además, esta frase es especialmente fetiche para aquellos que no saben ser breves… y aún quedan más en evidencia. Por por tanto, no digas que vas a ser breve y selo directamente.
3. Olvídate de diapositivas farragosas en las que está escrito todo lo que vas a decir
¿Alguien es capaz de leer y escuchar a la vez? Muchos dirán que sí, más en esta era hiperactiva de redes e hiperconexión, pero la realidad es que la atención se pierde en el camino. Si tú hablas, pero detrás de ti hay una diapo imposible, seguro que serán muchos en el público los que se quedarán empantanados tratando de leer lo que en ella pone… sin escucharte. Hay quien lo hace de este modo intentando que no les miren a ellos, sino a la pantalla. Pero debes aceptar que, si estás realizando una presentación, la atención deber recaer en ti. Tu objetivo es transmitir el mensaje y no puedes salir a hablar con el deseo de que no te miren, no te escuchen, no te presten atención. Si hablas, tú eres el centro. Si deseas que vean un vídeo o una diapositiva, es la imagen la protagonista. Pero porque tú lo quieres así. Tú diriges. Tú cedes el protagonismo. Tú eres quien domina la situación.
4. No hables para el cuello de tu camisa
En serio, si lo haces, nadie te va a oír. Vocaliza. Eleva la voz. Mide el volumen y habla para ser escuchado. Procura hacer una prueba de sonido previa al acto y hazte con el lugar, con el espacio. Habla para que te escuchen.
5. No mires a un punto fijo
Sé que te lo han dicho en algún momento: mira a un punto fijo al fondo de la sala y, de este modo, todo el público pensará que le estás mirando. ¡Falso! No es verdad: si centras tu mirada en un punto indeterminado del fondo por el pavor que te produce mirar a la audiencia… parecerá que eres víctima de una abducción. Haz la prueba. Tener en el escenario a un tipo que mira al frente a un único punto, queda muy extraño y produce una sensación casi robótica. Por ello, cambia la mirada, mira a unos y a otros, detén unos segundos tu mirada en una persona y, antes de que se incomode, cambia el centro de atención hacia otra. Si te ayuda, busca entre el público rostros amables y dirígete a esas personas. O si eres de los que te estimulan los retos, busca al más «seta» de la sala y centra tu mirada en él. En esto, como en todo, cada persona es diferente, así que averigua qué es lo que a ti te motiva.
6. Si se te acaba el tiempo, no hagas un sprint
Es muy frecuente que el tiempo que te asignen sea escaso. Además, también es muy común que el espacio con el que contabas para hacer tu intervención quede reducido debido a los mil y un imprevistos siempre presentes en un congreso o jornada. Es más, si lo piensas, lo realmente extraño es que cuentes con el tiempo asignado. Debes saberlo y aceptarlo y, si ocurre, adaptar tu mensaje. El tiempo vuela y lo sabes bien. Por ello, prepara siempre menos material del que crees que vas a poder contar. Por supuesto, si te da tranquilidad, ten en la recámara más material, pero hazlo en bloques, de modo que puedas hacer uso de ellos o prescindir en función de tus necesidades. Pero, ante todo, si te dicen que te quedan cinco minutos, y a ti te falta media conferencia por dar, no intentes comprimirla como si de un archivo zip se tratara y embutirla a una velocidad de vértigo en los 300 segundos restantes. Corres el riesgo de morir por falta de oxígeno en el cerebro y dejar a tu público en estado catatónico.
7. No seas un «chupón» y no te pases del tiempo asignado
Te frotas las manos porque ves que eres el primero en intervenir y decides explayarte sin mirar el reloj. Los que vengan detrás, que se las apañen. Pues, no, mira tú por donde: no está bien. Respeta tu tiempo y el de los demás. Intentar terminar a la hora prevista es un detalle que se aprecia y valora. Esfuérzate en lograrlo.
8. No caigas en la monotonía
¡Ponle vida a la vida! Habla con fuerza, pon énfasis en determinadas sílabas o palabras, cambia el ritmo, introduce preguntas, diálogos, anécdotas, historias. Habla, pon un audio, muestra una gráfica, presenta un vídeo, interactúa con el público… Introduce diversidad en tu intervención: capta la atención en todo momento y estate muy atento a aquellas señales que te indican que tu público ha abandonado su cuerpo físico y realmente está de viaje a la luna. ¡Hazles volver a la Tierra con tus recursos!
9. No incumplas tus promesas
No digas que estás acabando… si no lo estás haciendo. Es lo mismo que lo de ser breve… Si dices «para terminar», termina. Si no, calla y sigue.
10. No digas «ya he acabado»
Si necesitas decirlo para que los demás se den cuenta de que has llegado al final, algo has hecho mal. Termina tu intervención y hazlo con una frase potente, a modo de conclusión o con intención de mover a la acción, o agradece la presencia de quienes te escuchan. Hazlo de modo que se sienta que has terminado… sin decirlo.
En resumen, al hablar en público
Procura ser lo más natural posible, piensa en tu público, adapta tu mensaje, sé breve y… ¡disfruta todo lo que puedas! Es posible. Puedes hacerlo. Vaya que sí.