Emprendiendo
Bea, Vanessa, Angelines y yo. Cuatro mujeres. Cuatro personas que recientemente han echado a andar sus proyectos, una sala llena de público y muchas ganas de compartir vivencias. Ésa es la foto que esta semana tuve la fortuna de vivir en el Servicio de Promoción Empresarial de Pamplona con motivo de los actos de celebración del Día de la Mujer. Y fue una gozada.
Bea Etayo es ingeniera, experta en iluminación. Vivió 14 años en Reino Unido e Irlanda y se le ocurrió volver a España justo en el 2008. Un par de años después, el estudio para el que trabajaba cerró por la crisis y se puso a dar vueltas a qué hacer. Una amiga irlandesa le dio la clave: «¿Por qué no haces algo relacionado con el turismo? En todo el mundo se conoce a San Fermín». Bea, por su experiencia en el 
extranjero, sabía cómo aprecian nuestra gastronomía personas de otros países: «Ya sé lo qué quieren y quiero dárselo aquí». Así empezó un proceso de dos años hasta convertir esa idea en un negocio y un local que, bajo el rótulo de Pamplona Food, ha abierto sus puertas en la Calle del Carmen, 5. Mezclan bueno con bueno: turismo con comida y bebida de aquí, visitas por la ciudad y por la Comunidad con gastronomía, vino y productos de la tierra en una oferta muy abierta y personalizada. Me gusta su idea, su local y su valentía para dar la vuelta a su vida y demostrar que existen los giros de 180 grados y que uno no tiene por qué ser fontanero, maestro o médico 40 años si no lo desea.
Vanessa Fuentes. tiene unos ojos que no miran: sonríen. Transmite ganas, ilusión, trabajo, ingenio. Es veterinaria de formación y su pasión ha sido siempre la seguridad alimentaria. Pudo desarrollar su profesión durante más de 7 años en una empresa, pero con la crisis supo que se iba a quedar en paro: «Me quedaba o irme de Navarra o trabajar en algo que no fuera lo mío, así que tras darle muchas vueltas, decidí tirarme a la piscina. Era un cara o cruz.» Y su moneda lanzada al aire se ha convertido en 
Esea2, una Consultoría y empresa de Formación especializada en Seguridad Alimentaria y Sanidad Ambiental que cuenta con una cocina industrial en la que Vanessa no duda en diseccionar un pescado para que puedas ver con tus propios ojos el famoso anisakis. Además, ha logrado marcar la diferencia y ser la única empresa navarra que ofrece cursos especializados en biocidas, formación que hasta el momento las compañías foráneas debían hacer fuera. Vanessa se ha adelantado. Buen punto.
Y Angelines Catalá . Toda una crack. Nació y lo primero que vio fueron dulces. «Me acuesto pensando en caramelos, sueño con ellos, me levanto con ellos. Me va a salir diabetes» cuenta con humor. Su familia elabora dulces desde 1880. En los inicios, transportaban la mercancía en burro. Luego llego el motor y Angelines ha pasado su 
vida montando y desmontando su puesto de feria en feria, de mercado en mercado. Su sueño, tener su propia tienda. Pero no en cualquier lugar: «La quería en Estafeta o en ningún sitio». Tampoco cualquier tienda. Tenía que ser especial porque Angelines y su socia Yolanda López de Garrarte querían «mostrar cómo hacemos los dulces, cómo se bañan las fresas en chocolate, o se hace un bastón, o unas almendras garrapiñadas,…». Para ello han preparado un pequeño obrador en la propia tienda en el que desde marzo hacen demostraciones todos los días. El establecimiento de Caramelos Artesanos Garrarte es fantástico, precioso. Puede gustarte o no el dulce, pero te quedas embelesado mirando los tarros con caramelos de 85 sabores, o los trabajos personalizados que hacen. Su escaparate lleno de color te atrapa.
Cuando emprendes, hay muchos momentos en los que puedes sentirte sola. Y contarlo ante un público te hace sentir acompañada en tu aventura, en tus miedos, retos, dificultades y aciertos. Fue fantástico compartir charla con las personas que se acercaron hasta allí, con la gente del SPE, del Ayuntamiento de Pamplona y del CEIN. Es preciso remarcar su labor indescriptible de ayuda y compromiso con todos los emprendedores que llegan revueltos con una idea en la cabeza y mil caminos para tomar.
Fue muy curioso y divertido ver cómo todas las personas que estábamos compartiendo nuestra experiencia logramos transmitirla de maneras tan distintas. Bea venciendo su timidez y hablando de tú a tú, Vanessa demostrando su habilidad para hablar a personas y Angelines siendo una artista, una vendedora nata con una gracia, espontaneidad y naturalidad fantástica. Y eso que antes de empezar le temblaba la rabadilla. Lo he dicho antes, pero me repito: una crack.
Demostraron una vez más que todos podemos comunicar, todos. Con nuestro estilo, siendo nosotros mismos, sonriendo y teniendo ganas de escuchar y de que nos escuchen. Un gustazo.
Cristina Ochoa 