¿Merece la pena ser serio, profesional y correcto?
Si te preguntan esto a bocajarro, te sale un «Sí» de la boca sin pensarlo (salvo que estés ya demasiado desencantado… o seas un mafias). Muchos estamos (o estábamos) convencidos de que para tener un futuro de provecho es imprescindible ser serio, profesional y saber estar: decir siempre lo que se espera de uno.
Pero mira tú que aquí llega Víctor Kuppers para negarlo tajantemente y de raíz:
«El problema que tenemos es que hay demasiadas personas serias, correctas y profesionales. Falta la capacidad de transmitir».
Demasiados tonos grises y poco color que sobresale. Demasiada formalidad y nada que destaque. Mucho conocimiento, pero escasa habilidad para transmitirlo de un modo diferente, de un modo atractivo.
Kuppers se ha sumado a la ola de la pasión y el entusiasmo. Es conferenciante y formador en actitudes y habilidades personales, comerciales y directivas. Esta semana he tenido la ocasión de escucharle en la entrega de premios de Emprendedor XXI en Navarra coordinado por la Caixa, CEIN y Gobierno de Navarra.
En esa charla, Kuppers ilustraba con un ejemplo divertido cómo ser distinto, da puntos: En una ocasión, él y su familia estaban buscando un hotel para pasar las vacaciones. Encontraron muy buenas referencias de un hotelillo, pero al acceder a su web se encontró conque no había fotos. Así que les escribió este mail: «Apreciados señores, Quisiera hacer una reserva, pero no hay fotos y así yo no puedo convencer a mi mujer.» Y la respuesta que recibió fue ésta:
«Apreciado Víctor,
Le voy a ayudar a convencer a su mujer. Es verdad que no tenemos fotos de las habitaciones porque estamos renovando la web. Le pido disculpas por ello. Éste es un hotel pequeño y al jefe le ha dado por reformarlo. Qué le vamos a hacer. Se aburre.
Lo que he hecho es subir a la habitación que creo mejor les encajaría con los niños y hacerle unas fotos con mi cámara personal. Se las adjunto en este mail. Si a su mujer no le gusta las habitaciones, dígamelo, que hablaré con el jefe para ver si las puede cambiar (puestos a reformar la web, que más da un par de habitaciones).
Si necesita más fotos, sólo tiene que pedírmelas. Es un subir y un bajar. Ústed pida… ¡Será por fotos!
Le esperamos pronto.
A su disposición,
Ana, Responsable de recepción»
Imagina la cara del Kuppers… Su primera reacción: «¿¿¿¿Pero tú de qué planeta has salido????». Su segunda reacción: ¿No era más normal recibir un mensaje normal? tipo: «Apreciado cliente, Estamos renovando la web y no hay fotos, pero en un par de semanas las tendrá todas colgadas en la página web. Atentamente, Ana, Responsable de Recepción»
Su tercera reacción: «Olé, olé, olé».
¿Merece la pena ser normal, correcto, aburrido? Quizá sí, pero no vendes. Te quedas en el montón. Y si comunicas, transmites, personalizas, te acercas a la persona a la que te diriges, tratas de ayudarle y te implicas… te diferencias. Arriesgas, sí, porque no a todo el mundo puede gustarle una respuesta diferente (muchos habrían pensado que estaban todos locos en ese hotel…), pero destacas, transmites y solucionas el problema: sigues siendo profesional y serio, pero original.
No hace falta que tus comunicaciones sean tan marcianas como este correo electrónico, pero sí es esencial que trates al máximo de imprimir tu personalidad en cada acción que realices para comunicarte. Y eso implica todo: tu web y la publicidad que realices, pero también cuando hablas o llamas por teléfono, escribes un correo, un post, un tuit o lo que se te pase por la cabeza. Ser tú mismo, ser original y único, aparte de ser mucho más divertido, llega más lejos.
Así que ahí te va de nuevo la pregunta: ¿merece la pena ser profesional, serio y correcto? ¡Cuéntame lo que a ti te funciona!
Interesante, voy a probarlo!
¡A ver cómo te va, Daniel! Estoy segura de que bien. Y si te apetece compartirlo, ya sabes… ¡Un saludo!