Hay carteles que muerden
Lee el cartel, por favor. Vuelve a leerlo otra vez (lo necesitarás). Prometo que es real. No me lo he inventado.
Sí, lo sé: es pura sutileza. Sólo le falta añadir: «Y si no compras zapatillas, te doy una samanta palos». Y por si fuera poco, iba acompañado del cartel Prohibido perros y el rótulo de Cerrado.
¿Qué? ¿Hay arrestos para entrar?
Ahora fíjate en esta nota manuscrita con mimo, con marco hecho a mano y un sol sonriente por si quedaba duda de la energía positiva que desprende. La encontré en la habitación de un hotel de Cuba en el que me hospedé.
Desconozco si esta «camarera», como en tierras cubanas llaman a las personas del servicio de limpieza, era consciente de que estaba haciendo marketing. Pero ella sabía que con una sonrisa y un detalle, podía conseguir una propina mayor. Y se tomaba la molestia de hacer estos papelitos.
No dudo de que el asesoramiento del establecimiento de las zapatillas sea asombroso, pero comunicándolo de ese modo más parece un castigo, una multa, una colleja en la nuca, que un servicio profesional que puede solucionarte de una vez por todas el insoportable dolor de pies que te impide andar con comodidad.
Con una nota escrita de ese modo, sólo cruzarán la puerta aquellos clientes que ya saben qué pueden encontrar, y ellos no necesitan nota alguna. Fuera dejamos al resto, a todos aquellos que no conocían el producto y podrían haberse convertido en nuevos clientes.
¿Qué tal escribir un cartel en positivo? ¿Qué tal, como sugiere Celia Irigoyen, informar con amabilidad de las condiciones del servicio una vez dentro del local? ¿Qué tal ser agradables y no agresivos?. Todos nos rebelamos cuando nos tratan a zapatazos. Aunque sea el otro el que tenga la razón. A nadie nos gusta que nos manden, ordenen o impongan algo.
Por ello, si queremos comunicar nuestro proyecto, llegar a los posibles clientes y moverles a la acción, debemos cuidar cada detalle, cada cartel, cada palabra, cada gesto. Es esencial intentar hacer atractiva nuestra propuesta. Además, un cartel con un mensaje positivo, causa un efecto calmante en los demás: entrarán al local con una actitud optimista.
Ser amables es esencial para vender y me alucina ver tantas personas que trabajan de cara al público que no hablan: ladran. Ladran al hablar y ladran al escribir notas, carteles, mails,… Y ganan puntos para que los demás les respondan en su mismo idioma.
Lo queramos o no, transmitimos en todo momento… Y es bueno tenerlo muy presente cada vez que tratemos de lanzar un mensaje.
PD. ¡Gracias Celia Irigoyen por ponerme en la pista de esta «joya»!